Inmersos en un profundo cambio político, que sin lugar a dudas traerá un idéntico cambio en el tejido social y en aquellos ámbitos del mismo; resulta preciso, en aras a un proceso con mesura y con la intención de evitar procesos sistémicos en este nuevo entorno; debemos meditar sobre las bases del inicio del proceso: la austeridad como impulso del cual se pretenden deriven el resto de cambios.
Si bien, es cierto que la necesidad de medidas de austeridad en la gestión de lo público, es notoria y necesaria; al albur de la persistencia de la crisis que ha reducido la actividad de la economía en un 20% en su conjunto y que provoca un impacto de más del 30% en los ingresos públicos.
Pero sobre esta base, en vez de modelizar un modelo fiscal en ingresos y gastos, que supondría sin lugar a dudas una presión adicional sobre los ocupados de la economía, parece conveniente por culpa de una cita electoral el 20 de noviembre, desarrollar un modelo temporal que permita ajustes violentos en la estructura actual, y que pretende la comprensión e incluso la colaboración de los afectados.
Se trata de crear un panorama sin salida inmediata, donde se confunde los problemas de liquidez de la hacienda pública con sus desequilibrios de ingresos y gastos, y todo se suma conjuntamente, de tal manera que 4 o 5 nóminas pendientes , 6 o 7 meses sin cobrar facturas, convencen a los usuarios de la fatal situación.
Técnicamente el culpable es el que estaba, por lo que se hace virulenta la medida, puesto que el citado no tiene autoridad moral para defenderse, y además los ciudadanos están en clave de evitar impuestos a sus bienes y rentas, por lo que colaboran consciente o inconscientemente con la medida.
Pero para alimentar el sistema, es preciso marcar a los colectivos causantes o al menos a los que son menos considerados por los ciudadanos: clase política.
Y se llega al ajuste, menos cargos, menos fondos a los partidos, menos partidos, menos representación, menos política...y ello sin medida de tal manera que en cifras resulta ridículo el ajuste en cualquier ámbito territorial, pero implica un ajuste democrático de peligrosa consecuencia, se dice de restar 50 diputados, 5.000 municipios, 50 senadores, 20% en concejales, cero personal de dirección en centros públicos, asignaciones a partidos representados…
Al final, que, si el sistema no se salva con un ajuste del 1% de los gastos públicos, a ver si lo que interesa es eliminar los controles que nuestra constitución establece en el ámbito de la oposición y menoscabar la capacidad de los partidos para tener información y conocimiento detallado de los acuerdos y decisiones que pueden alterar nuestro sistema educativo, sanitario y social, y más aun en el detalle de la privatización y venta al mercado de los servicios públicos.
Lo curioso de este proceso que se desarrolla con gran inteligencia en estos mismos momentos, está en la utilidad que le esta reportado a los agentes patronales de forma directa,
El ambiente de caos financiero sumado a una persistente bolsa de parados, justifican ajustes en plantillas, y posteriormente salarios y horarios laborales; encadenándose un clima que lleva al aumento del paro por la austeridad y ajustes de índole privado y público (ojo: la demanda del trabajo es una demanda derivada de bienes, y en una economía sin gasto e inversión no hay demanda de bienes y en consecuencia perdura el paro, por mas reformas laborales que se hagan o pidan).
Y uno, escucha a los próceres, de provincias, en sus despachos de organizaciones y foros empresariales, todos debemos trabajar dos horas más y cobrar 200 euros menos, y que nadie se confié que quizás haya que hacer más recortes. El mercado laboral se rompe y la variable austeridad y ajuste, pasa a fijar los salarios ya fijados en las diferentes empresas y los parados siguen en el mismo sitio con expectativas de peores contratos, que pretenden reparar la crisis con menos derechos y mas precariedad, y sin recibir ni una oferta d empleo, porque de esta manera el mercado está cerrado y ellos solo representan el mal que los ocupados pueden recibir si no son buenos chicos.
La austeridad no es de derechas ni de izquierdas, es una conducta que siempre ha medido nuestros actos privados en mayor o menor medida, solo tiene y así lo hemos visto algunas carencias en lo público, pero ya decía un concejal que lo público por definición no es de nadie…… (Cada cual puede añadir la palabra que explique esta frase)
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